Seguramente, todos hayamos oído decir que los peces traen mala suerte. ¿Pero tiene alguna base científica está afirmación? Tajantemente, podemos decir que NO. Esta superstición, proviene de nuestros antepasados y existen varios mitos sobre el tema.
Uno de ellos dice que en la antigua China se realizaban concursos de peces ornamentales, donde participan humildes campesino y también ricos habitantes con grandes fortunas. Los vencedores eran casi siempre los orientales pobres y humildes que criaban a sus peces en charcas en el campo. Los envidiosos perdedores, o sea los más ricos, hicieron creer a los humildes habitantes que la causa de su pobreza residía en los peces que ellos criaban con tanto esmero, para de esa manera evitar que siguieran participando y ser ellos quienes se llevaran los premios.
Cuenta otra leyenda, que se remonta a la época de los romanos, que la mala suerte era atribuible a los cristianos, ya que para diferenciarlos de los no-cristianos, se les tatuaba un pez en el brazo, de manera que estaban bien marcados y eran identificables. Por tanto y con justa razón, la creencia “los peces traen mala suerte” era justificada, ya que quien tuviera un pez tatuado en el brazo, se arriesgaba a ser capturado y arrojado a los leones.
Otra versión algo más moderna es que antiguamente las instalaciones eléctricas de las casas no cumplían los requisitos mínimos de seguridad, ni mucho menos aquellas viejas bombas de aire que utilizaban nuestros bisabuelos para oxigenar el acuario. Esas bombas ruidosas se calentaban demasiado y generaban cortocircuitos, produciéndose muchas veces hasta grandes incendios.